El biólogo Richard Dawkins es, desde hace años, un entusiasta apologeta de las teorías de Darwin. Desde hace tiempo es también uno de los ateos más famosos del mundo, como demuestra en su último libro, “The God Delusion”. Ahí vuelve a insistir en su idea de que la evolución biológica es incompatible con la religión. Pero la novedad es el tono beligerante de sus afirmaciones, de modo que leer a “este enemigo del dogmatismo requiere grandes dosis de fe”. Así lo señalan algunas recensiones de las que se hace eco Aceprensa.
Terry Eagleton advierte en London Review of Books que el ateísmo combativo no es un buen punto de partida para abordar el hecho religioso. En la visión de Dawkins, la religión no tiene interés porque “no hay nada que entender o al menos nada que valga la pena”. Por eso, recurre “a caricaturas burdas sobre la fe, que harían estremecerse a cualquier estudiante de primero de teología”. Dawkins propugna que las creencias religiosas deben ser ferozmente combatidas; pero no aporta argumentos racionales ni datos concluyentes a favor de sus creencias. “Dawkins podía habernos contado todo esto sin abochornar a los científicos que no piensan como él, y sin mostrar tan a las claras su analfabetismo teológico. También podría haber evitado ser la segunda persona más citada del libro –si contamos a Dios como persona”.
Michael Fitzpatrick describe el libro en Spiked como una mezcla de “antipapismo protestante rancio y de desprecio moderno hacia lo religioso, característico de los intelectuales progres”. A su juicio, en “The God Delusion” abundan las “afirmaciones cargadas de prejuicios”. Entre otros ejemplos, cita la interpretación puramente religiosa que hace Dawkins de diversos conflictos políticos (Irlanda del Norte, Israel, Antigua Yugoslavia...). Por su parte, Sam Schulman denuncia en The Wall Street Journal la aparición de un “nuevo ateísmo” en el mundo anglosajón. No es un nuevo modo de pensar, sino más bien de combatir: se trata de criticar a la religión sin tapujos ni cortapisas. En el pasado, algunos ateos decían que la fe era cosa de niños; hoy Dawkins y compañía aseguran que “creer en Dios no es ni siquiera pueril; [la religión] tampoco es adecuada para los niños”. “A los ateos de hoy les desagrada especialmente que los jóvenes reciban formación religiosa (...) Dawkins llega a sugerir incluso que el Estado debería proteger a los menores de las creencias religiosas de sus padres”.
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