En el artículo que The Economist dedica al papa Francisco hay una frase que me ha tocado. El semanario inglés ofrece sus sugerencias al nuevo Papa, que incluyen una reforma de la doctrina de la Iglesia y otros aspectos relacionados con la gestión. Al referirse a la doctrina dice que “la lista de reglas que la Iglesia defiende a gran precio y con éxito mediano comienza, al menos desde nuestra perspectiva, con el celibato sacerdotal…” La frase a la que me refiero es: “al menos desde nuestra perspectiva”. Que yo recuerde, es la primera vez que The Economist usa una expresión de ese tipo, casi modesta, al hablar de la Iglesia.
El artículo explica que la Iglesia católica es la mayor organización que existe y que por eso interesa. Además, sus buenas obras (orfanatos, hospitales) son vitales, así como es importante su discreta acción diplomática en favor de la paz. Naturalmente, para la revista la Iglesia también hace daño y señala en primer lugar el hecho de que se oponga al uso del preservativo en África, lo que lleva –según afirma sin aportar ningún dato- a la difusión del virus HIV. Afirma también que está escandalosamente mal gobernada.
La revista, en todo caso, saluda con optimismo la elección de Francisco, a quien ofrece –como decíamos- algunas sugerencias. En el plano práctico, apunta la idea de que sería bueno que el nuevo Papa eligiera para las vacaciones un lugar en el sur del mundo. En el plano doctrinal, sin embargo, hay que decir que las propuestas de cambio no son muy originales: concretamente, el celibato sacerdotal. “Con ese tabú superado, añade, otros podrán seguir, como la prohibición de la contracepción artificial”. Pero introduce el elenco de cosas que habría que cambiar con esa frase: “al menos desde nuestra perspectiva”. Para una revista que ama pontificar en los temas relacionados con la Iglesia católica es un cambio relevante. La revista admite implícitamente que tiene una perspectiva, una visión del mundo, que tal vez no es la única. Me pregunto si no será un efecto de la renuncia de Benedcito XVI o incluso un contagio de los detalles de humildad de Francisco.
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