Las entrevistas sincronizadas (una en Polonia y otra en Italia, esta última de repercusión internacional), la tempestiva rueda de prensa mantenidas en Roma (con eficaz agente de relaciones públicas que gestionaba el flujo: “ahora la CNN, ahora vosotros…”) y el anuncio de un libro de memorias para dentro de unas semanas, convierten el episodio del sacerdote polaco Krzysztof Charamsa en un caso de marketing.
El protagonista ha recitado la parte del perseguido, de víctima de una poderosa y deshumana institución. Lo que no dice es que nadie le obligó a entrar; fue él quien aceptó voluntariamente vivir el celibato, a imitación de Cristo. Parece –según ha relatado él mismo- que no ha sido capaz de cumplir esa promesa, cosa que merece toda la comprensión humana. No es el primero. Pero él quiere más: quiere cambiar la doctrina cristiana –no simplemente las actitudes de algunas personas. Eso ya me parece, por lo menos, algo exagerado.
Todo un caso de marketing, decía, que ha sabido elegir también el momento oportuno: la víspera del sínodo sobre la familia ha procurado al episodio una mayor repercusión internacional. Todo francamente bien organizado. Desde mi punto de vista hay, sin embargo un problema: precisamente que resulta evidente que todo estaba demasiado planificado.
Comentarios