Me ha llamado la atención el eco internacional de la muerte de un periodista del New York Times, David Carr (también en la prensa española. Por ejemplo, El País, ABC, El Mundo). Lo digo porque Carr no había sido un reporter de guerra o autor de grandes scoop ni presentador de televisión en el prime time. Se ocupaba de la sección de medios de comunicación en el diario neoyorquino, donde trabajaba desde 2002. La lectura de sus análisis y comentarios era de gran utilidad para comprender algo del laberinto actual de los medios.
Carr escribió un libro sobre sí mismo (“The Night of the Gun”) en el que narra –entre otras cosas- los momentos más oscuros de su vida, cuando durante años fue víctima del consumo de drogas y alcohol. Para escribir el libro, y ante lo confuso y parcial de sus recuerdos, decidió investigar, preguntando a muchas personas… sobre él mismo.
Pero lo que yo no sabía es que David Carr era un católico practicante, aunque -decía- no estaba seguro si era un católico fiel. Lo que sí dijo –cuando le preguntaron con insistencia- es que rezaba y que era imposible suprimir la dimensión espiritual en su salida de la adicción.
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