Admito que me ha venido un nudo a la garganta al escuchar los últimos discursos de Benedicto XVI, especialmente el que dirigió esta mañana en su última audiencia general. No me refiero solo a la emotividad por el hecho de haber podido asistir personalmente a una despedida única, sino al escucharle de nuevo dar las gracias y afirmar que nunca se ha sentido solo.
Benedicto XVI se ha ganado el afecto de la gente, pero se lo ha tenido que ganar a pulso. Ha superado muchos estereotipos; entre otros, estos: que era un “profesor” al que nadie le entendería (véase el encuentro con niños de primera comunión); que estaría encerrado en el Vaticano (24 viajes internacionales); que carecía de carisma para la juventud (tres JMJ con record de asistencias); que era poco dialogante con otras religiones (ha llevado a nuevos niveles las relaciones con hebreos y musulmanes); y también poco abierto intelectualmente (ningún Papa antes había merecido tanta atención por parte de intelectuales no cristianos).
BXVI ha sido al final un Papa muy querido, pero también –no lo podemos olvidar- muy insultado. Con la clase que le caracteriza, no tuvo ni una palabra de reproche ni tan siquiera de suave recriminación, a pesar de que motivos no le faltaban. También fue víctima de algunas meteduras de pata e insuficiencias por parte de sus colaboradores, a las que tuvo que hacer frente personalmente. No puede ser que se vaya sin que nadie le pida públicamente perdón.
Yo lo hago... porque me demostro que los estereotipos tienen patas cortas... que el tiempo y la vida las corta. Y agradezco a BXVI el testimonio de que un Papa, es tambien un hombre. Q acepta su realidad, al menos corporal... y nos dice que lo espiritual existe y nos guia en las grandes decisiones de amor concreto, hacia el objeto de nuestro amor.
Publicado por: Nelson Benitez | 28/02/2013 en 04:06 a.m.
Es de justicia pedir perdón a Benedicto XVI además de agradecerle su entrega en estos ocho años de Pontificado. Ha tenido que cargar con los marrones de otros y lo ha hecho con grandeza, con la grandeza de los grandes hombres que tan poco abundan en estos tiempos.
Publicado por: José | 01/03/2013 en 06:31 p.m.
Gracias, Benedicto XVI. ¡¡¡ Qué gran ejemplo !!! Ahora que está en su retiro, cada vez que me viene su imagen a la cabeza me provoca sentimientos de agradecimiento y de ternura, y cada vez que se hace más patente su debilitamiento físico, su figura, su humanidad y su grandeza espiritual se agrandan. Qué sensación tan agradable, reconfortante, esperanzadora... provoca en mí el pensamiento de Benedicto XVI. Pero si hay que resumirlo todo en dos palabras habría que decirle repetidamente al Papa emérito: ¡ Perdón y Gracias !
Publicado por: Juan E. López | 25/03/2013 en 09:47 p.m.
Gracias, Juan E. Creo que consigues expresar lo que piensa mucha gente. Un saudo
Publicado por: Diego Contreras [blogger] | 27/03/2013 en 10:23 p.m.