Si yo digo en voz alta a un colega, delante de otras muchas personas: “Ehi, debes vencer la tentación de beber vodka, pues es algo verdaderamente nefasto”, la gente que me oiga pensará que mi colega tiene problemas con el alcohol. En realidad, yo no he dicho eso. Tal vez me he limitado a enunciar un discurso general, válido también para mí. Pero la gente no lo entenderá así. Pensará que existe realmente un problema. Es una situación insidiosa que coloca a mi colega en la desagradable coyuntura de tener que defenderse de algo que no es sino una maliciosa ocurrencia mía.
Massimo D’Alema, uno de los líderes del centro izquierda italiano, dijo en una conferencia hace unos días que un pacto entre la Iglesia y la derecha sería nefasto. Al decir eso, presupone que algo habrá y transmite ese sentido al oyente o lector. Naturalmente, la prensa se hizo abundante eco de esas declaraciones: “Iglesia, la tentación del poder es demoníaca”. Es difícil no estar de acuerdo con esa frase. Es una advertencia muy evangélica. Pero ocurre como con la bebida de mi colega. ¿Quien ha dicho que exista verdaderamente el peligro de un tal “pacto”?...
D’Alema no es un malvado (por ejemplo, cuando fue primer ministro -el primer ex comunista que llegaba a ese cargo-, cumplió con emoción no escondida la tradicional visita oficial al Papa). D’Alema es un político que ve todo en clave política y no duda en instrumentalizar la realidad (posiblemente casi sin darse cuenta) con fines políticos. Y más concretamente, con fines políticos internos a su propio Partido Democrático. No puedo saber cuáles son sus razones. Lo que me interesa aquí es subrayar su estratégia retórica, porque no es sólo D'Alema quien la usa.
Hola, excelente post.
Me hace recordar a algunos políticos de izquierda peruanos, materialistas agnósticos confesos, pero que en las fiestas locales en donde se veneraba a la Virgen decían: "a mi Virgencita nadie la toca, con ella no se metan"... Cosas de políticos.
Gracias y bendiciones
Publicado por: JORGE | 04/06/2008 en 03:56 p.m.