Un amigo me pregunta si se me ha pasado el reportaje de El País en el que se decía que el Vaticano apoyaba el polémico proyecto del partido socialista español de negociar la paz con ETA. Un reportaje que fue luego ampliamente desmentido por los actores mencionados. La verdad es que no se me ha pasado. Otros han escrito cosas interesantes y no era cuestión de repetirse. Además, debo reconocer que El País empieza a cansarme. Y sé que no soy el único. La cosa me desagrada, porque conozco gente en el periódico que son muy buenos profesionales. Pero la consigna ideológica está llegando a extremos ridículos.
Sobre el reportaje en cuestión, me sorprendió que no interviniera el corresponsal en Roma del periódico. Tratándose de un tema relacionado con el Vaticano, parecería natural... De ahí se deduce que el texto se “cocinó” exclusivamente en Madrid. Y se da la paradoja de que un periódico que critica sistemáticamente los pronunciamientos del Papa y los obispos sobre temas ético-políticos, calificándolos de ingerencias, no dudó en fabricar él mismo una ingerencia... Es decir, no dudó en buscar la bendición del Papa para apoyar la política del partido socialista.
Mucho más honrado me parece El País cuando entrevista a personas con las que se identifica: ayer mismo, por ejemplo, a Paolo Flores d’Arcais, que tildaba de oscurantista a Benedicto XVI (dejo de lado el tono reverencial de la entrevista). O cuando publica editoriales defendiendo sus puntos de vista, que suelen ser sistemáticamente contrarios a los de la doctrina católica. A mí no me parece mal: por lo menos, sabes a qué atenerte. Pero cuando se manipula la información, entonces el periódico pierde toda credibilidad. Está excavando su propia fosa.
[Omito los links de los artículos mencionados porque no son de libre acceso]
Últimos comentarios