Reconozco que no soy de los que ha sufrido porque la fecha del cónclave no se haya anunciado hasta hoy. Pienso que es preferible alargar ahora que prolongar luego la espera de la fumata blanca. Durante estos días, los cardenales están repasando temas que afectan al presente y futuro de la Iglesia, y recibiendo algunas informaciones de organismos vaticanos: ese es el contenido de las congregaciones generales que mantienen desde el pasado lunes y que concluirán el día 11, víspera del ingreso de los electores en la capilla Sixtina. Aunque la fórmula no consiente un verdadero debate, sino una sucesión de cuestiones yuxtapuestas (casi enunciadas, pues las intervenciones duran unos 5’ cada una), estas reuniones son una oportunidad para intercambiar puntos de vista y ver quiénes pueden ser los candidatos más idóneos. Supongo que a más de uno están empezando a templarle las piernas.
El cardenal Dolan, arzobispo de Nueva York, ofrece en su blog un elenco de los asuntos que tratan:
Le podrá sorprender oír que pasamos la mayor parte de nuestro tiempo discutiendo temas como la predicación, la enseñanza de la fe, la celebración de los siete sacramentos; cómo invitar a volver a aquellos creyentes que han abandonado; al servicio de los enfermos y los pobres; (…) Esos son los “grandes temas”. Puede encontrar difícil de creerlo, pues lo que “se dice en la calle” es que todos hablamos de corrupción en el Vaticano, de abusos sexuales, de dinero. ¿Salen a relucir estos temas? ¡Sí! ¿Son dominantes? ¡No!
En esas reuniones está prohibido sugerir nombres o presentar “candidaturas”. En los días que precedieron el cónclave de 2005 fue el cardenal Ratzinger, como decano del colegio cardenalicio, quien moderó esas sesiones, tratando de sintetizarlas e intentando buscar un hilo conductor entre ellas. Según cuentan testigos presenciales, fue precisamente esa magistral actuación la que hizo reflexionar a muchos cardenales y caer en la cuenta de que tenían delante al futuro Papa. En este caso, la situación es muy distinta, pero me parece que Benedicto XVI, aunque no participe, ha ofrecido algunos datos que marcan también de algún modo lo que consideraba prioridades. En el discurso en el que anunció su renuncia dijo:
en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu
Gobierno de la Iglesia y anuncio del evangelio, dos tareas esenciales del ministerio petrino, se enfrentan hoy ante problemas que exigen que el timonel tenga una mano firme y fuerza de ánimo (lo que no significa necesariamente que sea joven). El mismo gesto del Papa hace entender que será preciso adecuar el ejercicio del papado a esa situación actual caracterizada por las rápidas transformaciones y sacudidas. Será una reforma a largo plazo, pero que ya ha iniciado con Benedicto XVI.
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