Aparte de sus cualidades profesionales, Alan Cooperman es una persona muy amable y simpática. Le visitamos en la redacción de The Washinghton Post, donde se ocupa de temas de fondo, culturales y religiosos. (Al entrar en el edificio resulta inevitable pensar en el escándalo Watergate, que ha marcado -para bien y para mal- a varias generaciones de periodistas. Para bien, por lo que supone de autoestima profesional; para mal, porque suscitó una ola de imitaciones a veces muy chapuceras: una clase de nuevos reporteros-investigadores destinados a hacer temblar el poder establecido... pero que con su arrogancia agresiva acabaron con frecuencia repartiendo mandobles sin ton ni son).
Durante la conversación sale a relucir un hecho que parece de Perogrullo, pero no siempre se tienen en cuenta: a las redacciones de los periódicos no le interesa lo normal, sino lo que supone cambio, novedad, conflicto. Es el “abc” del periodismo. Aplicado concretamente a la información sobre la Iglesia católica significa, por ejemplo, que no interesa cubrir lo que está claro o la simple actividad institucional. El periodista busca noticias.
A veces podemos ser críticos con esa visión demasiado sesgada de la realidad, pero -en el fondo- cuando yo leo un periódico también busco noticias, que no hay que confundir con escándalo, morbosidad, o sensacionalismo. Desde ese punto de vista, el desafío consiste en saber convertir lo importante en interesante; en presentar temas, enforques, perspectivas, etc. que resulten de interés para el gran público. Eso forma parte de la famosa idea de “entender el lenguaje de los medios”.
Últimos comentarios